jueves, 7 de marzo de 2013

Woody Allen: a Europa con amor



Es uno de los directores más prolíficos del cine actual. Con más de 40 películas a sus espaldas y un trabajo que se prolonga por más de seis décadas, Woody Allen no es solo ese carismático director de cine neoyorkino que prefiere tocar el clarinete antes que ir a recoger un Óscar, también es desde hace varios años un auténtico embajador de la marca Europa. Barcelona, Londres, París o Roma ya han sido retratadas con la elegancia y maestría que solo un genio como Allen sabe dar al viejo continente.

Lo cierto es que Allen ha vuelto a filmar en Estados Unidos. 'Blue Jasmine' es el nombre de la película que en estos momentos se encuentra rodando el director junto a actores de la talla de Cate Blanchett o Alex Baldwin. Pero, antes de regresar a su país, Allen dejaba un nuevo título filmado en Europa en su extensa filmografía: 'A Roma con amor'. La película se sumaba a otras como las recientes 'Vicky Cristina Barcelona',  o 'Midnight in Paris'. La cinta no sólo suponía una nueva incursión del director en el retrato de las ciudades eurpeas (y ya van siete), sino que además suponía la confirmación de una tendencia que va cogiendo auge en los últimos años: los grandes directores de Hollywood están poniendo los ojos en el viejo continente.


Allen dirige a los actores de 'A Roma con amor' frente a la Fontana di Trevi, Roma.


Allen tenía su primer acercamiento en el año 2005 con la bien ejecutada 'Match Point'. En aquella ocasión Londres servía de telón de fondo a una historia de amor y poder de carácter turbio e inquietante. Luego vendrían 'Scoop', 'Casandra's dream', o 'Conocerás al hombre de tus sueños', todas enmarcada en la sobria Inglaterra con mayor o menor acercamiento al tratamiento de 'postal'.

Pero lo que hace Allen con Europa no es el regalo de la mejor campaña de promoción turística que podría hacerle, ni mucho menos. Se trata de un favor mutuo entre los estados y la mente creadora. Woody Allen ha encontrado en Europa la financiación que buscaba y que en Estados Unidos cada vez más le estaba costando encontrar. En Europa le hacen pocas preguntas y le dejan trabajar a su aire mientras que en los Estados Unidos siente cómo restringen su libertad. El director afirmaba al periódico ELPAÍS el pasado mes de septiembre en una entrevista realizada por Miguel Mora que en su país también podía encontrar el dinero "pero siempre quieren intervenir, leer el guion, saber quién actúa, todo ese tipo de información que no me gusta dar. En Europa no les importa, me dicen 'te conocemos, nos fiamos de ti, toma el dinero y haz la película'". Es decir, la encorsetada situación de la industria norteamericana no sólo lleva a la aparición de nuevos discursos en el cine, sino que además está creando un desplazamiento de los canales de producción a otros países del mundo.

Aunque, siendo realistas, la Europa de Allen no deja de ser la Europa del turista. Igual que la pareja de amigas que llegaba a Barcelona, o el joven enamorado que descubría insólito los secretos de París, el espectador no europeo que asista al despliegue de lujos y bondades de estas capitales del mundo apenas conocerá de primera mano la auténtica Roma, o la vívida Londres pertenecientes al plano de lo real. Allen se  materializa en sus personajes. Ofrece la visión que él mismo como extranjero recibe de la ciudad. Y ésto no ha de ser necesariamente negativo. Para Allen, la ciudad se retrata ante sus ojos del mismo modo que para el espectador lo hace ésta en la película. Esa es la Europa que el cine de Allen ofrece, y esa es la Europa que la propia Europa vende a sus visitantes. Esta es la imagen que el director ofrecía de París en el inicio de la película 'Midnight in Paris', estampas bohemias y música romántica para enmarcar y fomentar el mito de París como 'la ciudad del amor'.


 En cualquier caso, se trate de una motivación económica o no, lo cierto es que Europa se presenta al mundo cosmopolita y universal en sí misma, como ya lo han hecho otras grandes ciudades norteamericanas como Nueva York o San Francisco en la manos de Woody Allen . Se trata de un fenómeno de acercamiento intercultural entre distintas visiones (y versiones) de occidente, extrapolable a otras ubicaciones del mundo. De hecho Allen ya ha recibido ofertas para rodar en Sudamérica, China o Rusia y seguramente serán muchas más las página que Woody Allen le escriba a Europa, con amor.

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