domingo, 17 de marzo de 2013

Fantasía y tradición en los Studios Ghibli


Lejos de perpetuar el mito de la animación japonesa como estandarte de la violencia o el belicismo, Studio Ghibli se reencuentra con el cine familiar garante de toda la tradición cultural japonesa. 'Mi vecino Totoro' o 'La Princesa Mononoke', ambas pertenecientes a estos estudios, no solo son consideradas algunas de mejores películas de animación de la historia, además, concilian el mejor cine de fantasía con el respeto por la naturaleza.

Studio Ghibli es fundado en 1985 por dos dibujantes de larga tradición. Por un lado, Hayao Miyazaki (quien se convertirá en el buque insignia de los estudios) y, por otro, Isao Takahata, creador de la popular serie infantil 'Heidi'. Viendo los orígenes de estos ilustradores no será de extrañar que la línea creativa de los recién inaugurados estudios pasaran por un cine no bélico y más costumbrista.

Miyazaki en una ilustración rodeado de sus personajes más famosos.

En estos casi treinta años de trabajo, Ghibli ha exportado un nuevo tipo de cine japonés animado bien lejos de los valores que tradicionalmente nos ha transmitido el 'anime' japonés. El cine animado de Ghibli se sitúa frente al anime (la representación audiovisual de las historias de los comics manga) donde en numerosas producciones se plasman historias de violencia, venganza o de alto contenido sexual. Ghibli nace con un planteamiento totalmente diferente. Las historias bélicas se narran desde el hogar o desde nuestra conexión con la naturaleza. Incluso los rasgos físicos son diferentes. En el anime se deforma el cuerpo para obtener efectos más espectaculares (ojos ampliados, los personajes femeninos presentan un pecho desproporcionado, alturas y tamaños de los personajes imposibles...) En cambio, los protagonistas de las historias de esta nueva animación japonesa mantienen unos rasgos físicos más cercanos a la realidad. 

Chihiro, de 'El viaje de Chihiro',
una niña con ansias de aventura.
Sin lugar a dudas, los personajes de estas películas manifiestan actitudes más cándidas, donde los protagonistas se dejan llevar más por su inmadurez infantil que por deseos ocultos o pulsiones. Es el caso de Chihiro ('El viaje de Chihiro'), donde una niña tiene que liberar a su familia convertida en cerdos a causa de desobedecer las normas de un pueblo encantado.  Y es que la fantasía es algo tratado con naturalidad en las historias de Studios Ghibli. Como si de realismo mágico se tratara, la costumbres y tradiciones asiáticas se entremezclan con mitos y leyendas cargados de simbología y espiritualidad. Así, a nadie extraña que los animales tengan conciencia propia, o que habiten criaturas mágicas en el bosque. No debemos olvidar que se trata de un cine para niños.

Tampoco es de extrañar que se llame a estos estudios comúnmente el 'Disney Japonés', ya que el alcance, impacto y difusión que tiene este tipo de animación en su país es absolutamente comparable a la presencia e influencia que tienen las historias de Disney en los niños occidentales. Aunque las diferencias son claras: mientras en las historias actuales de animación estadounidenses los niños protagonistas viven sumergidos en un mundo de tecnología que incluso puede llegar a la obsesión, los niños de Ghibli se desarrollan en armonía con la naturaleza y amparados siempre por una fuerte y sólida vida familiar. Los rituales previos a la celebración de una comida familiar o las marcas conductuales en el trato generacional son comúnmente representadas en este tipo de cine. Pero, además, la tradición se conserva en las películas de Ghibli hasta en la técnica. Mientras los estudios americanos, como Pixar, avanzan a pasos agigantados en las técnicas digitales de movimiento aplicadas a la animación, Ghibli conserva el lápiz y el papel.

Escena costumbrista de 'Desde la colina de las
amapolas', perteneciente a los estudios.

El mérito de Studios Ghibli no se limita al retrato que hace de la vida y artes de la sociedad japonesa, sino que además ha sido capaz de exportar esa imagen al resto del mundo. 'El viaje de Chihiro' conseguía por primera vez en la historia dar a Japón el premio a la Mejor Película de Animación en los Oscars 2003. Categoría a la que también fue nominada 'El castillo ambulante' algunos años después. También en Europa tuvo su reconocimiento la historia de la pequeña Chihiro, obteniendo el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

En definitiva,gracias a producciones como éstas, el 'lejano oriente' ya no nos parece tan lejano. Se nos presenta más humanizado e íntimo. Se abren las puertas de la reglada y pautada sociedad japonesa, aunque aderezada con la suficiente magia e ilusión que tiene, como es de esperar, un cine pensado para el disfrute de los más pequeños. Pero, la nueva animación japonesa es, por encima de todo, un puente entre culturas donde los más pequeños aprenden cómo es el mundo al otro lado de nuestras fronteras.


No hay comentarios:

Publicar un comentario