'Easy Rider', precursora del género cinematográfico road movie supuso la introducción de nuevos lenguajes y el retrato de una sociedad arraigada a sus costumbres, la norteamericana. Con el paso de los años, este tipo de películas han suavizado el retrato que hacen de la vida en lo más profundo de América. Pero hay una cosa que no cambia: el viaje en carretera como consecución del sueño americano, y de la libertad. Bares de carretera, paisajes quemados por el sol... Repasamos algunas características del género y aventuramos cuál será su devenir.
Cuando hablamos de 'road movie', debemos hacer alusión necesaria al concepto de
‘no-lugar’ al que nos transporta toda película de carretera. En el viaje, el individuo busca su identidad
porque ha sido despojado de su entorno. Es justo ahí donde es capaz de encontrarse
a sí mismo, donde aprenderá de su propio yo. Tal como afirma Gérard Imbert: “El viaje se presenta como estado de
disponibilidad, que propicia la reflexión y el cuestionamiento”.
Existen numerosos no-lugares identificados siempre en el cine con lugares de paso: autopistas, cafeterías, estaciones de servicio… Son los vestigios y la representación viva de un estilo de vida atemporal que permanece congelado en el tiempo esperando a que llegue un nuevo visitante. Las road movies, que surgen a partir del western clásico, tradicionalmente nos
conducen a un viaje hacia los extremos del ser, en el sentido geográfico y
simbólico.
La carretera y el vehículo no nos es ajena en lenguaje cinematográfico, aunque serán necesarias varias décadas hasta que la cámara salga de los estudios y se atreva a filmar la realidad existente 'ahí fuera'. La película fundacional del género es de
finales de los sesenta, Easy Rider, de Dennis Hopper. Películas como ésta ejercen un revisionismo dentro de las inquietudes, logros
y enfrentamientos del ser consigo mismo y el entorno. Es decir, son un nuevo
concepto de la exploración del territorio. Un territorio que se nos presenta vivo y transparente, sin tabúes. Al fin se representa lo más sucio de cada sociedad, y los personajes más estrafalarios tienen cabida. Es la América profunda, y no tiene ningún tapujo a la hora de representarse tal cual es.
Así, los Estados Unidos son ese territorio marcado por el espíritu de superación y lucha acerca de nuestra propias barreras mentales y psicológicas que se materializan en el plano de lo físico. Es esa huida hacia delante que nos proporciona el viaje hacia 'ninguna parte', y es también el rechazo a esa vida asfixiante que las sociedades actuales nos obligan a llevar y que oprimen los auténticos deseos del ser. Por todo esto, no es de extrañar que las
road movies sirvan en la actualidad como un reflejo de la identidad americana. El viaje supone una
profundización en el ‘American Lifestyle’,
desde sus bares de comida rápida a pie de autopista, el motel de carretera, a
su paisaje agreste, propio de la zona oeste de los Estados Unidos. Pero además, se revisa y reactiva la
utopía americana, venida a menos y en crisis desde hace décadas. En palabras de
Anne Harault Paipe: “La road movie
construye, pues, un imaginario pesimista de América, en el que los personajes
circulan en un espacio incierto, fascinante pero vacío de sentido”.
Imágenes envolventes de tierras que se extienden a lo largo de nuestra vista,
pero huecas y exentas de toda emoción. La tierra viva e inerte al mismo tiempo. A su vez, el concepto de frontera desaparece como
limitación geográfica atravesando los territorios, llevando el propio sentir y
ser a través de los estados.
Pero esa concepción clásica de la road movie evolucionará hasta nuestros días, abandonándose esa concepción idílica del viaje como revulsivo y enjuague de las tormentas del pasado. Empezarán a tener lugar discursos más suaves y anecdóticos. Es el caso de la divertida ‘Pequeña Miss Sunshine’. En esta película, el viaje no supone una huida hacia
adelante, como sí lo suele ser en las road movies tradicionales. Además, el destino empieza a estar claramente
prefijado. Es decir se empieza a concebir el viaje como meta, y no como experiencia.
'Pequeña Miss Sunshine' ofrece otra visión de las road movies |
En su concepción clásica o a través de los nuevos discursos, lo cierto es que el género de la road movie ha escrito el testimonio vivo de un estilo de vida que ha sido imitado con mayor o menor acierto en tantas otras culturas. Se trata de un género en evolución y vivo, ya que las aspiraciones de libertad del hombre siempre será una temática presente en el cine de nuestros días. Todo apunta a que por el momento, las cunetas americanas seguirán aguardando nuevas historias que contar durante muchos años más.
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